En un año repleto de películas muy esperadas, Babygirl destaca como uno de los estrenos más discutidos. Con Nicole Kidman a la cabeza, este drama de gran potencia prometía ser una audaz exploración del deseo, la ambición y la traición en la mediana edad. Sin embargo, aunque la interpretación de Kidman es innegablemente estelar, a la película en sí le cuesta dar en el blanco.
Nicole Kidman: Una estrella en cada escena
Una vez más, Nicole Kidman demuestra por qué es uno de los talentos más perdurables de Hollywood. Su interpretación de Romy, una alta ejecutiva que lucha con sus deseos interiores, es magnética. La vida de Romy parece perfecta: un marido cariñoso, dos hijas emocionalmente inteligentes y una carrera floreciente. Pero bajo la superficie se esconde una mujer que anhela algo nuevo y prohibido.
La química entre Kidman y Harris Dickinson, que interpreta a Samuel, su joven y arrogante becario, crea una tensión eléctrica. Sus escenas juntos, ya sea en elegantes oficinas o en habitaciones de hotel poco iluminadas, vibran con dinámicas de poder tácitas. El Samuel de Dickinson, sin embargo, camina sobre una fina línea entre lo cautivador y lo insufrible. Su audaz comportamiento, desde criticar los hábitos de Romy con la cafeína hasta orquestar momentos provocativos, a menudo parece más manipulador que erótico.
Una historia de Romy y Samuel: Mucho en juego, poco premio
La narración se centra en la relación ilícita entre Romy y Samuel, que oscila entre lo emocionante y lo desconcertante. Su primer encuentro, un atrevido reto que implica un vaso de leche en un bar, marca el tono de la incómoda conexión que sigue. La audacia de Samuel es a la vez su atractivo y su defecto, y empuja a Romy a situaciones que desdibujan los límites entre el consentimiento y la coacción. La exploración del poder y la vulnerabilidad de la historia es prometedora, pero falla en su ejecución.
A pesar de su ambición, Babygirl exige una importante suspensión de la incredulidad. Las citas nocturnas de Romy en habitaciones de hotel por toda la ciudad plantean cuestiones logísticas. ¿Quién paga la cuenta? ¿Y cómo encuentra tiempo para tales escapadas un alto ejecutivo? La película también pasa por alto matices emocionales cruciales, dejando que el espectador rellene los huecos.
Los altibajos del estilo de Babygirl
Visualmente, Babygirl impresiona por su elegante fotografía y su estética estilizada. El contraste entre el pulido mundo profesional de Romy y la energía cruda, casi primaria, de su aventura es sorprendente. La banda sonora, una mezcla de clásicos de culto e instrumentales atmosféricos, añade capas de intriga, pero a veces desentona con el tono de la narración.
A pesar de sus puntos fuertes, el ritmo de la película y sus incoherencias tonales le restan impacto. Escenas clave, como el baile en topless de Samuel al son de "Father Figure" de George Michael, se adentran en un terreno incómodo que socava el erotismo que se pretende. Mientras que la Romy de Nicole Kidman cautiva, la falta de profundidad en el personaje de Samuel y sus interacciones deja mucho que desear.
El anhelo de la mediana edad se une a la complejidad moderna
En el fondo, Babygirl intenta explorar las complejidades del anhelo de la mediana edad y la dinámica de poder en las relaciones. La lucha de Romy por conciliar sus deseos con sus responsabilidades es muy cercana. Sin embargo, la forma en que la película aborda estos temas resulta a menudo pesada. Los momentos de simbolismo descarado y los puntos de la trama sin resolver disminuyen su resonancia emocional.
La escena de la fiesta, por ejemplo, parece metida con calzador en la narración. Aunque es una oportunidad para mostrar la versatilidad de Kidman, está tan alejada del personaje establecido de Romy que distrae más que impacta.
Por qué los fans de Nicole Kidman seguirán viéndola
A pesar de sus defectos, Babygirl merece la pena verla sólo por la poderosa interpretación de Kidman. Su capacidad para transmitir vulnerabilidad y fuerza a partes iguales eleva la película. Los fans de Nicole Kidman y los amantes de los dramas de alto voltaje encontrarán momentos para apreciar, incluso si la película en última instancia se queda corta de grandeza.
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Con su mezcla de encanto y frustración, Babygirl puede que no sea la obra maestra que aspira a ser, pero es una película que da que hablar, una película que, como el romance de Romy y Samuel, te deja cuestionándote lo que acabas de vivir.