Complacer a los demás casi seguramente arruinará tus relaciones, y muchos de ustedes son culpables de ello. Podrías preguntarte: Jimmy, ¿cómo distingo a un complaciente de alguien que es simplemente generoso? La diferencia clave es la expectativa. Un complaciente hace un trato silencioso e implícito en su propia cabeza: apartaré mis necesidades por ti, me esforzaré, daré y me sacrificaré por ti, y tú harás lo mismo por mí. Sí, doy porque te amo, pero también doy en exceso para sentirme digno y ganar tu amor, y espero que tú correspondas si de verdad te importa. Cuando no devuelven el favor, la amargura y el resentimiento suelen acumularse, y comienzas a sentirte aprovechado, una reacción natural. A menudo, sin embargo, carecemos de las habilidades de comunicación o la voluntad de ser vulnerables para decirle a alguien exactamente cómo nos sentimos. Entonces nos quedamos callados, o intentamos decirlo y nos callan o invalidan. Ese rechazo duele más que antes, y rara vez volvemos a mencionarlo. Ambas vías alimentan un resentimiento creciente hasta que un día explotamos por algo pequeño y finalmente descargamos todo: cada manera en que nos fallaron o nos descuidaron. ¿Y adivina qué? Aún así no te escuchan ni cambian. Es posible que se aferren o que entran en pánico y te convenzan de que tú eres el problema, de que tienes problemas de ira o que estás exagerando. Entonces la vergüenza invade, pasas la noche disculpándote, y al día siguiente vuelves a complacer para compensar el incidente. El ciclo continúa, porque complacer a los demás no satisface a nadie. La mayoría de las personas que conozco dan sin conciencia de ello, esperando sentirse apreciados, valorados, deseados, y en cambio se sienten rechazados, descartados o utilizados. Eso los deja infelices también. Más a menudo que no, sus parejas no son maliciosas; simplemente no son conscientes. No saben cómo te sientes, no entienden cuánto haces, no comprenden lo que necesitas y no saben cómo solucionarlo. Eso no los exime de responsabilidad, pero tampoco te excusa a ti. Los sentimientos crónicos de abandono, resentimiento y falta de aprecio no son sostenibles para una relación sana. Hacer lo mismo una y otra vez mientras esperas un resultado diferente no funcionará. Entonces, ¿qué deberías hacer? Comienza mirando hacia adentro: examina por qué te comportas de la manera en que lo haces. Comprométete a fortalecer tu autoestima, tu sentido de valía y tu autocompasión. A medida que desarrolles estos recursos internos, el abandono se volverá más claro para ti y encontrarás el coraje para nombrarlo y señalarlo con amor. Si alguien te rechaza, te invalida o te manipula cuando compartes tus sentimientos con calma, debes valorarte lo suficiente como para establecer límites con una persona que ha demostrado que planea seguir descuidándote. Deja de darle más a alguien que solo tiene la intención de quitarte. Ese es el fundamento de una relación, y sin embargo, todos lo olvidamos a veces. Tu valor no se mide por cuánto das o cuánto sirves. Te mereces amabilidad, respeto y amor sin tener que borrar tus propias necesidades o vivir con un abandono constante. A menudo no estás pidiendo mucho; simplemente estás con la persona equivocada. Y a veces el problema reside en el interior: si no sabes cómo protegerte del abandono, te conviertes en parte de una receta para el desastre relacional.
Información útil y herramientas prácticas para romper el ciclo de complacer a los demás:
Por qué la complaciencia hacia los demás persiste
Complacer a los demás a menudo proviene de lugares comprensibles: miedo al rechazo, condicionamiento infantil (recompensa por la conformidad), baja autoestima o ansiedad ante el conflicto. Puede sentirse más seguro evitar la expresión honesta que arriesgarse a la ira, el silencio o el abandono, incluso cuando esa seguridad a corto plazo crea daño a largo plazo.
Señales de que podrías estar complaciendo a los demás

- Dices “sí” automáticamente incluso cuando no quieres.
- Te disculpas frecuentemente, incluso por necesidades o límites.
- Sientes cómo crece el resentimiento, pero no lo expresas hasta que explotas.
- Tu sentido de valor depende de cuánto das o de cuánto eres necesitado.
- Evitas el conflicto a costa de tu propio bienestar.
Pasos prácticos para cambiar (a corto y largo plazo)
- Observar y hacer una pausa: Cuando te pidan que hagas algo, practica una breve pausa: respira, pide tiempo o di “Déjame revisar mi agenda”. Pausar crea espacio para decidir en lugar de dar una respuesta automática de sí.
- Empieza poco a poco: Di “no” en situaciones de bajo riesgo para generar confianza. Prueba con “no puedo ahora mismo, gracias” o “voy a declinar”.
- Utilice un lenguaje claro y tranquilo: Practique las frases con “yo” — “Me siento herido cuando mis esfuerzos no son reconocidos; necesito más reciprocidad” — en lugar de un lenguaje que culpe y pueda intensificar la actitud defensiva.
- Establece límites con especificidad: en lugar de reglas vagas, di lo que sí y lo que no harás y por cuánto tiempo. Ejemplo: “Puedo cuidar niños los sábados, no los días de semana” o “Ayudaré con ese proyecto durante una hora”.
- Detectar señales de resentimiento: Lleva un diario breve de momentos en los que te sentiste dado por sentado. Notar patrones te ayuda a identificar preocupaciones antes de que exploten.
- Practica la autocompasión: recuérdate a ti mismo que necesitar cuidado y límites es algo humano. Utiliza afirmaciones como “Mis necesidades importan” y considera los contratiempos como oportunidades de aprendizaje.
- Desarrolla habilidades de asertividad: inscríbete en un taller, lee libros sobre asertividad o practica con un amigo o entrenador para ensayar conversaciones sobre límites.
- Busque apoyo profesional: La terapia (TCC, ACT o trabajo de esquemas) puede ayudar a reconfigurar patrones, examinar creencias centrales y desarrollar habilidades de relación más saludables.
Quick scripts you can use

- Agradezco que lo preguntes, pero no puedo hacerme cargo de eso ahora mismo.
- Quiero apoyarte, pero también necesito mi propio tiempo. ¿Podemos encontrar un compromiso?
- “Cuando X sucede, siento Y. Necesito Z para sentirme respetado.”
- No me siento cómodo/a con eso, así que voy a decir que no.
Cuándo mantenerse firme y cuándo alejarse
El cambio lleva tiempo, pero los límites requieren un seguimiento constante. Si comunicas tus necesidades con calma y la otra persona te invalida repetidamente, te manipula psicológicamente, se niega a asumir la responsabilidad o continúa con patrones que te dañan, esas son señales de alerta. La negligencia repetida y arraigada o el abuso emocional no es algo que debas absorber con la esperanza de una reforma — tu seguridad y dignidad importan.
Plan de práctica (inicio de dos semanas)
- Semana 1: Identifica tres situaciones en las que normalmente dices que sí. Practica hacer pausas y usar un guion preparado en esos momentos.
- Semana 2: Registra una instancia de resentimiento y una instancia en la que estableciste un límite pequeño. Reflexiona sobre las diferencias en cómo te sentiste después.
- En curso: Celebra las pequeñas victorias, y si recaes en viejos hábitos, anota qué lo desencadenó y planifica una respuesta diferente la próxima vez.
Complacer a los demás es modificable. Requiere conciencia, ensayo y compasión por ti mismo mientras aprendes a proteger tu tiempo, energía y corazón. No necesitas volverte brusco o egoísta para estar sano; simplemente necesitas ser honesto, constante y amable contigo mismo. Tus relaciones serán más saludables gracias a ello.
People Pleasing DESTROYS Your Relationships!">
Las relaciones NECESITAN reciprocidad.">
Por qué los evasivos te desprecian y la verdad oculta detrás de su crueldad (Están poniendo a prueba tu amor)">
You Hide That You Love Them, y Pretendes Ser Su Amigo">
Healing From The Scapegoat Experience (4-Video Compilation)">
Strategies for People With Trauma to Succeed">
4 Principles that Make or Break your Relationship!">
Make the Avoidant Chase You — Force Them to Shatter Their Own Rules | Avoidant Attachment Style">
Complaints vs Criticisms in your Relationship">